8 abril, 2015 § 3 comentarios

Janneke Storm

Janneke Storm

Pasó  marzo, tan rápido como llegó, y me pilló el toro. A mediados de mes me despidieron del trabajo, y eso fue suficiente para estar una semana fuera de órbita. Me costó lo mío asimilar la situación, pasar por la tristeza y el enfado y encontrar la parte positiva de la situación. Lo conseguí, pero algunas cosas se resintieron en el proceso.

La primera fue que abandoné por completo el reto de Marzo. Se trataba de comer dos piezas de fruta al día, y lo hice durante las dos primeras semanas del mes. Después, literalmente, se me fue de la cabeza. Eso significa, seguramente, que no tenía el hábito adquirido aún, y por eso lo pasé por alto completamente.

Pero no fue lo único.

Tengo tendencia a ponerme «en pausa» y quedarme quieta en un lugar cómodo obviando tareas importantes e incluso obligaciones. Me lleno de excusas y pospongo todo lo que puedo, prometiéndome a mi misma que «mañana lo hago».

Ignoro llamadas y mensajes. Pongo el móvil en silencio y pospongo contestar emails, incluso a costa de quedar mal.

Y, por supuesto, me molesto conmigo misma por hacerlo. Soy consciente de que no está bien. Pero me cuesta mucho parar.

Sin embargo, me lo permito. Y me perdono. Me he demostrado ya varias veces que soy capaz de conseguir pasar a la acción, aunque me cueste. Pienso que cada intento es válido, y me acerca más al objetivo final. Y que lo importante de verdad es volver a ponerme en pie. Eso no quiere decir que no tenga intención de cambiar este aspecto de mi vida. Al contrario. No pienso dejarme llevar y, cada vez que me de cuenta de que estoy cayendo en esta dinámica, voy a pararla y salir de ella. Cueste lo que cueste.

Para abril, tengo un reto muy interesante. Se trata de no quejarme. Parece fácil, pero no lo es. Yo soy una persona muy quejica, aunque a veces me cueste reconocerlo. He tenido momentos de pensar «que repelente eres, por Dios», cuando me descubro molestándome por todo lo que pasa a mi alrededor.

Por eso, pienso que este reto es muy bueno para mí. Voy a intentar cambiar quejas por alegrías. El primer paso será estar muy atenta, para detectar cuando estoy a punto de quejarme y corregirme cuando ya sea demasiado tarde. Tengo mucha curiosidad por ver cómo cambia mi visión de la vida, y como afecta a mi forma de ser. La queja es un mal hábito, de eso estoy segura. Y no tengo la menor intención de llegar a ser una vieja avinagrada (aunque soy consciente de que voy por el camino para conseguirlo).

Espero que tengáis un muy buen día. Esto acaba de empezar 🙂

 

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§ 3 respuestas a

  • Mira… en eso de quedarse en un rincón cómodo y dejar las horas pasar nos parecemos bastante… y también sé que si quiero puedo, y también me enfado conmigo por querer menos veces de las que debería, no soy perfecto. Ni yo ni nadie.

    En lo de quejarse… Pues hay quejas y quejas la verdad. Hay quejas que suman y quejas que no aportan. Si ves algo que no está bien decirlo me parece algo positivo, el problema es si te limitas a quejarte. Quéjate, sí, pero mueve el culo!!!

    Besos

    Fer

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